"Las pseudociencias ¡vaya timo!" [Libro] y su prólogo

Ya está aquí, ya es una realidad. Se trata del libro número catorce de la colección Vaya timo y en él se recogen artículos del físico y fiólosofo de la ciencia Mario Bunge. Lo más aclaratorio es que pase la nota de prensa de la editorial, Laetoli. Abajo tenéis el prólogo de Alfonso López Borgóñoz, para abrir boca. Es realmente interesante. El libro tardará en llegar a las librerías un par de semanas.

Traducción de Rafael González del Solar
Prólogos de Alfonso López Borgoñoz,
Cristina Corredor y Rafael González del Solar
Colección ¡Vaya timo!, 14
256 páginas
PVP: 18,00 €
ISBN 978-84-92422-24-1

Este libro, coordinado por Alfonso López Borgoñoz, recopila los artículos más significativos sobre las pseudociencias de Mario Bunge, uno de los filósofos más importantes de la actualidad.

«Los científicos y los filósofos —escribe Mario Bunge— tienden a tratar la superstición, la pseudociencia y hasta la anticiencia como basura inofensiva o, incluso, como algo adecuado al consumo de las masas; están demasiado ocupados con sus propias investigaciones como para molestarse por tales sinsentidos. Esta actitud, sin embargo, es de lo más desafortunada. Y ello por las siguientes razones. Primero, la superstición, la pseudociencia y la anticiencia no son basura que pueda ser reciclada con el fin de transformarla en algo útil: se trata de virus intelectuales que pueden atacar a cualquiera —lego o científico— hasta el extremo de hacer enfermar toda una cultura y volverla contra la investigación científica. Segundo, el surgimiento y la difusión de la superstición, la pseudociencia y la anticiencia son fenómenos psicosociales importantes, dignos de ser investigados de forma científica y, tal vez, hasta de ser utilizados como indicadores del estado de salud de una cultura».

Mario Bunge (Florida, Buenos Aires, 1919) es uno de los filósofos de la ciencia más reconocidos en todo el mundo. Su formación humanística y política se enraizó en los barrios obreros de Buenos Aires, que recorrió de niño junto a su padre, médico y diputado socialista. A los 19 años fundó la Universidad Obrera Argentina (UOA), que fue clausurada en 1943 por el gobierno de Perón. En la década de 1960 dio clases en las universidades de Texas, Temple, Delaware (EE UU) y Friburgo (Alemania) y finalmente se estableció en Canadá, donde ha sido profesor de la Universidad McGill de Montreal, Quebec, la más antigua del país. Autor de más de 50 libros (entre ellos los ocho volúmenes de su Tratado de Filosofía), casi todos en inglés, ha recibido 19 doctorados honoris causa y el premio Príncipe de Asturias de Humanidades en 1982. Sus libros han sido traducidos a numerosas lenguas, incluidas el japonés, el ruso y el chino. Azote de las supercherías, en 1991 alentó la fundación del Centro Argentino para la Investigación y Refutación de la Pseudociencia (CAIRP).

Alfonso López Borgoñoz (Valencia,1960) es licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Barcelona. Ha dirigido las revistas Universo y El Escéptico y publicado numerosos artículos en defensa del pensamiento crítico. En la actualidad es presidente de Amnistía Internacional en España.

Rafael González del Solar es biólogo, filósofo de la ciencia y traductor freelance. Hasta la fecha ha traducido al castellano ocho libros de Mario Bunge —incluidos los primeros tres volúmenes del Tratado de filosofía—, cuyas ideas intenta aplicar a su propia investigación, especialmente a la filosofía de la ecología.

Cristina Corredor es profesora titular en el departamento de Filosofía de la Universidad de Valladolid, donde está adscrita al área de Lógica y Filosofía de la Ciencia. Ha publicado un libro (Filosofía del lenguaje: una aproximación a las teorías del significado del s. XX, Visor, Madrid, 1999) y artículos en revistas especializadas.

Policía científica: ignorar la ley no te exime de la culpa

Una forma de entender por qué se llama «ley» a una ley científica es porque no se conocen casos que la violen. Si se viola, hay que buscar, en principio, un «porque». Es decir, si levanto con la mano una manzana, no se viola la gravedad porque estoy ejerciendo una fuerza. En principio, repito, todo tiene su porque, el resto son chifladuras mientras no se presenten pruebas. Si hay demasiados «peros» puede ocurrir que le ley restrinja su campo de aplicación para reformularse, y no hay ningún problema. De eso trata la ciencia, de mejorar el conocimiento que se tiene sobre el mundo. Pero, para ello, se deben presentar hechos.

Os traigo al respecto una viñeta del genial Jose Alejandro Tropea, publicado en su blog La risa de la ciencia.

La carga de la prueba: onus probandi

Si yo hoy digo que he visto un unicornio azul, ¿es válido como prueba de ello que te pida que me desmuestres que es mentira? De entrada, deberías dudar. Es a mí a quién le toca demostrar con evidencias que he visto un unicornio. Seguramente cuando muestre una prueba, se entienda que estaba equivocado y no se tratara de un unicornio, al menos de esos mitológicos.

En más de una ocasión se ha hablado aquí de la carga de la prueba o, dicho por los intelectualoides legalistas, onus probandi. Es decir, affirmanti incumbit probatio (a quien afirma incumbe la prueba). El «a mí me funciona» no es una prueba, es una anécdota. Punto. Todo esto para citaros, una vez más, a Javier Armentia, en el artículo Prensa Y Homeopatía: Ahora El Heraldo [negritas mías]:

«Fíjense qué bien: la ciencia no ha encontrado el mecanismo, la farmacología no sabe cómo… qué panda de catetos e ignorantes esos científicos oficiales, ¿verdad? Claro que no se explica que ni la ciencia ni en concreto la farmacología tienen que andar buscando mecanismos o funcionamientos de cualquier afirmación o remedio que uno se invente. Porque precisamente tiene que ser esa persona, ese laboratorio, esa secta o lo que sea que pretende promocionar una presunta terapia, la que ha de demostrarnos y explicarnos adecuadamente que eso funciona y que vale para algo. »

 

Un poquito de por favor.

La ciencia del ratoncito Pérez o por qué la homeopatía está llena de mierda

Me encuentro con una de esas orignialidades que rezuman de mentes maravillosas: American Institute for the Destruction of Tooth Fairy Science. Literalmente sería algo así como «Instituto americano para la destrucción de la Ciencia del Hada de los dientes». El Hada de los dientes, como me dice el amigo Toni en un correo, es el equivalente anglosajón de nuestro Ratoncito Pérez. Es decir, es una institución simbólica que procura dar término a la ciencia mágica, aquella que estudia fenómenos cuya existencia está en entredicho, la ciencia de las hadas y de los cuentos de pinta y colorea.Como puede leerse en el Skeptic’s Dictionary (perdón por las libertades en la traducción, negritas mías):

«Ciencia del Hada de los dientes [Ratoncito Pérez]» es una expresión acuñada por Harrier Hall, M.D. (alias SkepDoc) para hacer referencia a la investigación de fenómenos antes de que su propia existencia haya sido establecida. La Ciencia del Hada de los dientes forma parte de un concepto más ampligo denominado Ciencia de Cuento de hadas: la investigación que tiene por objetivo confirmar una historia inverosímil, creida por millones de mentes científicamente ingenuas. La Ciencia del Cuento de hadas utiliza datos científicos para explicar ciertas cosas, a pesar de que aún no se ha probado que éstas ocurran. Los científicos de Cuentos de hadas piensan erróneamente que si ellos han recogido los datos que son consistentes con sus hipótesis, entonces significa que han recogido datos que confirman sus hipótesis [Véase la entrada Verosímil, no verídico]. La Ciencia del Hada de los dientes busca explicaciones para cosas antes de establecer que estas cosas realmente existen.

No se ha probado que el agua tenga memoria, ni la efectividad de la homeopatía. Por eso, esta instituición comparte con nosotros este divertido póster (imprímelo, ponlo en tu oficina, en el bar, en el autobús, ¡en las farmacias!):

«Si el agua tiene memoria, entonces la homeopatía está llena de mierda. Homeopatía: mierda y azúcar».

Y no es ninguna bobada lo que dice el póster, aunque esté en clave de humor. Porque el agua pasa por muchos lugares en su ciclo. El agua que hoy bebes puede haber formado parte de una piedra, de una nube, de un organismo o de un mojón. ¿Y si ha venido del espacio? así se explicaría que tengamos conocidos que parecen alielígenas. La historia de una sola molécula de agua es dramática, aunque divertida. ¿Se acuerda de todo el agua? Ah nooooo, sólo de lo último que tocó, pues bebamos nuestro propio pis:

Por mi parte, he dejado para las vacaciones el último número de la colección ¡Vaya timo!: La homeopatía ¡vaya timo! Ahí es nada.

Verosímil, no verídico

A menudo escuchamos que cualquier hipótesises válida para explicar un fenómoeno. En realidad una hipótesis es una explicación provisional para dicho fenómeno, una explicación que sólo tiene validez durante un tiempo, mientras se diseña un experimento. Las hipótesis son el vehículo inicial para llegar a posteriores conclusiones. Todos, absolutamente todos los seres humanos tienen hipótesis propias sobre los acontecimientos naturales.El caso es que una hipótesis puede ser verosímil, pero no tiene por qué ser verídica. Veamos las definiciones de ambas para entenderlo: 

verosímil.

1. adj. Que tiene apariencia de verdadero.

2. adj. Creíble por no ofrecer carácter alguno de falsedad.

verídico, ca.

(Del lat. veridĭcus).

1. adj. Que dice verdad.

2. adj. Que la incluye.

Así que una hipótesis debe cumplir con un requisito: aparentemente debe explicar con cierta lógica los sucesos. Sin embargo, puede que esa explicación sea no verídica, es decir, que no diga la verdad. Si esto se descubre, hay que buscar otra hipótesis. Además, no podemos tomar cualquier hipótesis a la ligera: hay que alegar al principio de economía. Si vemos una luz brillante en el cielo: ¿es más probable que sea un objero humano o extraterrestre? Y cuando digo más proble me refiero a la vericidad. El que la luz sea de un amigo de ET será verosímil (para mí no) pero para nada es verídico. No es difícil entender que el no asimilar la diferencia entre estos dos términos puede llevar un pensamiento a convertirse en pseudociencia.

Concluyendo: cualquier hipótesis no es válida. Ni siquiera a priori. Primero debe ser verosímil y, luego, verídica, para que esta hipótesis se convierta en explicación de algo. Es una forma de entender que la lógica, lo que es de sentido común, no es siempre la explicación verdadera. El sentido común puede jugar malas pasadas.

Esta es mi forma de analizar las propuestas de los conspiranoicos lunares en mi libro. Os dejo dos páginas escaneadas en las que se explica esto mismo.


Sobre el libro La conspiración lunar ¡vaya timo!:

Editorial Laetoli.
– Apoyo multimedia.
– Anotacioens en medios.
– 10 experimentos para realizar en el aula.

¿Por qué se extinguieron los unicornios? [Onus probandi]

«Porque la gente dejó de creer en la magia»

Es lo que dice el usuario IQ:135 ante la pregunta ¿Por qué se extinguieron los unicornios? Sí, puedes encontrarla en Yahoo respuestas. Y llego a esta curiosidad gracias al blog Zentolos, que descubrió la no menos sorprendente pregunta ¿En qué año se extinguieron los unicornios? Es decir, que en la propia pregunta se supone la existencia de los unicornios, igual que en esta: Quiero saber si los unicornios existieron en la misma época que los dinosaurios o depués.

Viene a continuación un antiguo debate filosófico que cansa, por lo ingénuo y de principiantes: ¿Alguien puede demostrar la inexistencia de los unicornios rosas en Marte? Efectivamente, la pregunta en sí es irónica, pues quien presenta la anomalía es el que debe presentar las pruebas. Es lo que se denomina Onus probandi: la carga de la prueba recae en lo anormal, ¿o acaso es normal encontrarse unicornios en el supermercado?


No hay que darle demasiadas vueltas a esto, los unicornios son, simplemente, animales mitológicos. Que surge de una leyenda basada en algunos animales con un solo cuerno frontal (como los rinocerontes), es otra historia. Aunque también puede producirse unicornios por la mutación de un alelo en el caballo debida a la acción semi-adúltera de su yegua [Mode ironic].

Ya hablé una vez por aquí de unicornios, pero han eliminado el vídeo que inserté en su momento. Así que recordemos de nuevo al maestro Silvio.

 

Actualización 5 de junio, 00:00: grandiosa frase del usuario jm22381 en la noticia meneada:

Los mató el Renacimiento.

Microondas, palabras que asustan y evolución metaestable

Esta entrada puede aburrir a físicos y estudiantes de carreras de ciencias (el contenido antimagufo es sumamente básico). Pero a veces me veo obligado a escribir trivialidades y banalidades, sólo con el fin de dejar claro algún concepto. Lo interesante para ellos está al final.

Para los físicos (que son los que han descubierto, estudiado y definido estos conceptos), decir microondas es decir luz, o radiación electromagnética. La luz visible y la microonda comparten algo: son -en esencia- lo mismo. Son ondas electromagnéticas, campos eléctricos y magnéticos que se propagan, variando sus amplitudes en el espacio y el tiempo. La diferencia entre ambas está en la longitud de onda, magnitud que caracteriza a cada franja del espectro electromagnético.

En muchas ocasiones habrás oído que las microondas son energéticas. ¿Energéticas con respecto a qué? Cualquier onda es portadora de energía, de hecho, una de las definiciones de onda se basa en esta magnitud. Sin embargo, no son más energéticas que la luz visible, la que te sirve para ver. De hecho, son menos energéticas que ésta. Las microondas portan una energía parecida a las ondas de radio. Podemos ir más lejos, la radiación ultravioleta es más energética que la luz visible y, por ende, que la microonda.

Todo esto viene a que las personas que desconocen el sencillo funcionamiento de un microondas insisten en ver algo malo en sus profundidades (es como no saber cómo se usa un cuchillo, en ese caso es muy malo). Ya he hablado por aquí insistentenmente del argumento ad ignorantiam. No voy a dar una clase de cátedra, ni nada por el estilo, sólo quiero recalcar dónde suele estar el error en cualquier planteamiento con respecto al microondas:

se confunden los efectos del MICROONDAS con los efectos del CALOR.

Cuando la comida calentada en el horno microondas es dañina por alguna razón, no se debe a las microondas, sino al calor que se ha transferido. Una vez alguien me dijo que probó que el agua calentada en el microondas hacía que sus plantas muriesen. Esa persona no esperaba a que el agua se enfriase: habría obtenido el mismo resultado con algua calentada en una cacerola. Entender esto (MUY BÁSICO) nos da la clave para no tenerle miedo a un aparato que te hace la vida más sencilla. Entender esto es la consigna para vivir en un mundo en el que la tecnología evoluciona más rápido que el entendimiento.

Y ahí quería llegar: los avances científicos va a un ritmo mucho más elevado que nuestros propios cerebros. ¿Permanece nuestro cerebro en el mismo punto evolutivo que hace 50000 años? ¿Nacerán los bebés adaptados a ver el mundo en términos de la relatividad especial? Evoluciona el mundo tecnológico que nos rodea, porque hay científicos y humanistas brillantes, ¿pero evolucionan las mentes del grueso de la población?

Está cambiando. El mundo está cambiando. Parece que la evolución humana está parada. Hay palabras que dan miedo porque no se entienden y, por supuesto, porque no tenemos tiempo para entenderlas. ¿Qué pasarán en el futuro con las personas que sepan adaptarse a los cambios? Vivirán bajo el pesado yugo del síndrome del complot.

NOTA 1: este artículo viene a que de vez en cuando sale a relucir viejos artículos ya muy refutados, que van de correo en correo. Aquí está en inglés, con una larga discusión, es snopes, una página dedicada a buscar leyendas y timos (como es el caso): The Hidden Hazards Of Microwave Cooking. Machacar este artículo es demasiado sencillo, pues adolece de todas las falacias lógicas habidas y por haber. Te animo a que lo hagas en los comentarios o en tu propio blog.

NOTA 2: si quieres saber algo sobre radiación electromagnética tienes este gran artículo de Ramón Ordiales: Prontuario de la radiación electromagnética.