Los enviados de Agga, hijo de Enmebaraggesi,
Partieron de Kish para presentarse ante Gilgamesh, en Uruk.
El señor Gilgamesh ante los ancianos de su ciudad
Llevó el asunto y les pidió consejo:
«¡No nos sometamos a la casa de Kish,
ataquémosles con nuestras armas!»
La asamblea reunida de los ancianos de su ciudad
Respondió a Gilgamesh:
«¡Sometámonos a la casa de Kish,
no la ataquemos con nuestras armas!»
Gilgamesh, el señor de Kullab,
Que realizó heroicas hazañas por la diosa Inanna,
No aceptó en su corazón
las palabras de los ancianos de su ciudad.
Por segunda vez, Gilgamesh, el señor de Kullab,
Ante los combatientes de su ciudad
llevó el asunto y les pidió consejo:
«¡No os sometáis a la casa de Kish!
¡Ataquémosla con nuestras armas!»
La asamblea reunida de los combatientes de su ciudad
Respondió a Gilgamesh:
«¡No os sometáis a la casa de Kish!
¡Ataquémosla con nuestras armas!»
Entonces, Gilgamesh, el señor de Kullab,
Ante este consejo de los combatientes de su ciudad,
sintió alegrarse su corazón, esclarecerse su alma.
Tanto Enmebaragesi (o Mebaragesi) como Gilgamesh están considerados personajes históricos, pertenecientes al Dinástico Arcaico o Presargónico (por aquello de «antes de Sargón I»). Gilgamesh, aparte de ser un personaje legendario (hay muchas leyendas con Gilgamesh como personaje principal, en plan «superhéroe» de la época), también aparece en la Lista Real Sumeria, motivo por el que se le considera histórico.¡Cómo me gusta leer referencias históricas en blogs de ciencias! 😉
A mi me preocuparía más buscar épocas en las que hablaban bien de los jóvenes. Me pedían datos sobre cuántos ni-ni se estiman. El 14% parece ser (no sé qué consideran como joven, pero da igual, si se piensa un poco), el 10% en el resto de Europa.Y, por cierto, yo acuso del fracaso de los jóvenes de ahora a sus padres, mejor dicho, a los adultos, cuyo proceder con ellos me parece irresponsable, tan a menudo una mezcla de paternalismo, hipocresía y cierre de puertas.Como siempre, "hay de todo en todas las épocas", de manera que se puede entender la decepción desde el punto de vista de lo que se sabe que ha habido y, por supuesto que puede haber.