Algo que se me quedó grabado a fuego fue una caja aplanada, como de camisas, con la tapa transparente. En el interior se podía ver con total claridad un traje de luces, dobladito y peripuesto él. Mi madre lo sacaba en los cambios de estación de un altillo, en aquel piso que aún no tenía aire acondicionado. No sé cómo se podía respirar en Sevilla en aquella época. Mientras mi madre procedía al intercambio de ropas, yo observaba con detenimiento el traje de torero, sin sacarlo de la caja.
Esto no es apología del toreo, de hecho -actualmente- no estoy a favor de las corridas de toro. Créditos de la imagen: trajesdeluces.com.
Años después -quizás con 17 ó 18 años de edad- referí esta historia a mi madre. Con pasión. Con anhelo. Con alegría.
– Mamá, ¿te acuerdas del traje de torero que tenía de pequeño?, ¿qué pasó con él?
– Qué dices hijo, tú nunca has tenido un traje de torero.
Una caricatura que me hizo un antiguo alumno al que tengo un gran cariño. Mario Muñoz.
Me lo inventé. Lo habría visto en alguna tienda, en algún escaparate, guardadito, inalcanzable. Y mi memoria había inventado el resto de la historia. Lo prometo, recuerdo muy bien aquel inexistente traje de luces. Es un ejemplo de lo que se llama falsa memoria. Hay múltiples estudios y anécdotas de este estilo, en los que simplemente rellenamos los huecos por una u otra razón. Es la causa que explica la existencia de muchos fenómenos paranormales y extraordinarios. ¿O es que ya no recordáis la historia de la niña, el perro y Ricky Martin? Mucha gente ha visto moverse la bandera en la Luna, ¡en una fotografía! En una fotografía no se ve el movimiento, y, si se ve, se aprecian borrones. No voy a explicar otra vez por qué nos parece que se mueve, que cansa.
Me tomé la libertad de rebautizar el caso de falsa memoria como falacia del traje de luces, en la charla-coloquio de Escépticos que tuvimos en Bilbao la pasada semana.
Buzz Aldrin, fotografiado por Armstrong, saluda a la bandera de EEUU. Misión Apollo 11. Crédito: NASA. AS11-40-5874.
Hay un película de animación «Vals con Bashir» que cuenta la historia de un soldado israelí que participó en la guerra del Líbano (Shabra y Shatila) e intenta reconstruir sus recuerdos pasados unos años. Merece mucho la pena verla, y hacen referencia a los fácil que es falsear los propios recuerdos.
Saludos
Bueno el nombre, bien elegido. Es muy común esa falacia, mucho…
Me ha gustado mucho la entrada, además yo vivo también en tu barrio, en Sevilla, pero quería señalarte una errata que se te ha colado: no creo que Buzz pudiera fotografiar a Aldrin, ¿no? 😀
Saludos.
Jejejeje, Buzz Aldrin se sale de sí mismo y se hace una fotografía, esto es bilocación en toda regla. Gracias por advertir la errata.
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Esta historia me encantó, porque muchas veces se califica a las personas de «mentirosas», que «inventan cosas que nunca pasaron», y la realidad es mucho más simple…la falsa memoria!
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