En BBC News leo una noticia curiosa y atractiva, pero con cierta incitación a la destrucción de litorales. A Donald Wylie se le ha sido devuelta una botella con un mensaje que tiró al mar hace 23 años. Romántico y peliculero. Fue la madre quien lo animó a hacerlo (en realidad la escribió ella) y, ahora, Donald quiere enseñar a sus hijos a hacer lo mismo. Interesante y, repito, romántico.
¿Pero qué pasaría si todos hiciéramos lo mismo? ¿Cuántos millones de personas hay en el mundo? ¿Cómo acabarían las playas? ¿Igual que la tiran serían voluntarios para limpiar las playas?
Esperemos que esta bonita proeza no sea secundada por demasiados chavales.
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No puedo estar más de acuerdo contigo, Eugenio Manuel.La semana pasada estuve en la Laguna Azul, uno de los parajes más hermosos del Mediterráneo, con aguas cristalinas y un paisaje que se ha utilizado en multitud de películas. El agua sigue siendo cristalina, pero en el fondo del mar abundan los botes de refresco y la basura más variopinta. ¡Qué asco de especie humana! 🙁
Por fin he encontrado un poema de Benedetti (que creo que te gusta) que tiene que ver con la entrada:Pongo estos seis versos en mi botella al marcon el secreto designio de que algún díallegue a una playa casi desiertay un niño la encuentre y la destapey en lugar de versos extraiga piedritasy socorros y alertas y caracoles.Mario BenedettiUn poco de romanticismo nunca viene mal; piensa que lanzar botellas al mar quizá sea la aplicación del principio de Arquimedes más bella que existe.
saulo:me encanta, pedazo de poema. Pues eso decía, una idea romántica.Si te das cuenta, mi entrada está llena de elementos contradictorios. Un polemos entre mi vena ecologista y poética. Pero ahora que dices lo de Arquímedes…