Me encantan todos los primates. El gibón es uno de ellos, siempre me han llamado la atención esos brazos desproporcionados. ¿Para qué sirven? Para muchas cosas, obviamente no han evolucionado de este modo para tener una extremidades molestas que no saben donde meter cuando duermen.
Pedazo de brazos. «Hylobates moloch skeleton» por Ben Sutherland – http://www.flickr.com/photos/bensutherland/252246664/. Disponible bajo la licencia CC BY 2.0 vía Wikimedia Commons.
Me encuentro por los mundos de internet un vídeo que me ha hecho mucha gracia y que —uno no puede evitarlo— me ha sacado la vena de físico. Veámoslo:
Lo que acabas de ver es un gibón caminando por la mítica cuerda floja, como en los circos. Desde antiguo se ha conocido a esta actividad funambulismo (del latín «funambulus», de «funis» -cuerda-, y «ambulare» -andar-). Seguro que estás acostumbrado a verlo: el funambulista puede caminar por la cuerda floja «a pelo» (con los brazos abiertos), o con un palo muy largo. La longitud del palo es la que proporciona estabilidad al acróbata, esto se entiende con un concepto que se trabaja en bachillerato: el momento de inercia. Es sencillo: a mayor momento de inercia más lento es el giro. El momento de inercia de una barra es proporcional al cuadrado de su longitud, ¿acaso los brazos extendidos no hacen el papel de una barra? Uses la barra o uses los brazos, el giro de tu cuerpo sobre la cuerda floja será más lento que si tienes los brazos contraídos, lo cual te da más tiempo a reaccionar y recuperar el equilibrio. Al gibón no le hace falta barra ninguna, el tipo tiene una envergadura de brazos muy superior a la nuestra en relación a su cuerpo, de hecho todos los hilobátidos la tienen.
Cuando una bailarina cierra los brazos, gira con mayor rapidez, pues el momento de inercia disminuye. «CF46618267 109996904033» por The original uploader was Mrlopez2681 de Wikipedia en inglés – Transferido desde en.wikipedia a Commons.. Disponible bajo la licencia Dominio público vía Wikimedia Commons.
Un par de funambulistas
Hay que dar una nota pedante, para que nos vayamos a la cama con alguna cosa más que contar mañana. Ha habido grandes equilibristas en la historia (aquí puedes ver una lista). Sin embargo me apetece resaltar un nombre: la italiana Maria Spelterini (1853-1912). Sinceramente, ver las fotografías de finales del siglo XIX con esta mujer caminando por la cuerda floja nos lleva a una época en que la convertían en una verdadera heroína. Entre sus logros, fue la primera mujer que caminó sobre las cataratas del Niágara.
Sobre las cataratas del Niágara, en 1876. «Maria Spelterini at Suspension Bridge» by George E. Curtis (1830-1910)[2] – From the Niagara Falls Public Library. Original image is a stereograph published in 1876.[1]. Licensed under Public Domain via Commons.
Como bonus, os dejo un vídeo que a mi me impacta: un Jay Cochrane de 68 años cruzando de una torre a un hotel a unos 150 metros de altura. En lo que os tenéis que fijar es en la tremenda longitud del palo, no se andaba con tonterías, sabía convertirse en un súper gibón. Cochrane murió en 2013 de cáncer, una enfermedad que no entiende de momentos de inercia.