Es común en los foros escépticos y en las listas de correos el uso del término magufo. Como bien dice Luis Alfonso Gámez, hay una confusión generalizada entre los vocablos «magufo» y «crédulo». Magufo es el que engaña, crédulo es el engañado. No son, pues, sinónimos. Gámez además apunta que ya tenemos el término engañabobos, el cual, ciertamente, es meridianamente claro y no conlleva confusión: hay engañabobos y bobos. Por cierto, entré en aquello del escepticismo escuchando a Manuel Toharia hablar de los engañabobos.
Personalmente no me molesta el término magufo, pero es cierto que lo uso mal en ocasiones, tomando al crédulo por magufo. Y también es verdad que la palabritaestá ya muy extendida. Si queremos usar el término, usémoslo bien.
En Magonia, puede leerse sobre magufo:
«Magufo es un término utilizado generalmente en listas de correos, foros de Internet y otros ámbitos por personas escépticas de las pseudociencias para referirse informalmente a los promotores de éstas.
Se llama magufos, por ejemplo, a los astrólogos, ufólogos, homeópatas y a los practicantes de pseudociencias en general; también se refiere de esa manera a personas que se atribuyen poderes sobrenaturales como los psíquicos y otros supuestos dotados; de manera semejante el término magufo se hace extensivo a ciertos periodistas especializados en lo esotérico y lo paranormal que fungen de tales sin cuestionar si el objeto de su especialización existe realmente más allá del mundo de las creencias.
La palabra es el resultado de una combinación de mago y ufólogo. Fue acuñada en 1997 en la lista de correo Escépticos por Xoan M. Carreira, y pronto ganó aceptación entre la comunidad escéptica de habla hispana.
Es frecuente la confusión entre el magufo y el crédulo. El magufo no cree necesariamente en lo que practica o vende. Un crédulo es quien acepta de forma acrítica las afirmaciones de los magufos y a menudo es cliente de sus servicios, consumidor de sus productos o víctima de sus timos. En ese sentido un magufo puede ser también quien se aprovecha de la credulidad ajena».