«[…] las teorías científicas, el hombre de la calle ni las compra ni las vota»
Zamora (2005), pág. 77
Cita citada en el ensayo La popularización de la ciencia mediante la búsqueda de la calidad. Eugenio Manuel Fernández Aguilar, 2008.
La ciencia también es actualidad: Carta abierta a Ana pastor
Estimada Sra. Pastor,
Le escribo en relación al programa “Los Desayunos de TVE” que usted dirige y que, gracias a la programación online, puedo disfrutar cada día desde Heidelberg (Alemania). Considero que dicho programa es el referente español en el análisis de la actualidad y no podría recomendar mejor opción para aquel que quiera estar bien informado.
Por “Los Desayunos de TVE” han pasado figuras relevantes del panorama político y social español así como destacados mandatarios extranjeros. La lista abarca a políticos, escritores o artistas; por citar algunos ejemplos.
Sin embargo, no tengo constancia de que ningún científico haya sido jamás invitadoal programa. Más aun, habría que remontarse a las crisis médicas de las bacterias en las verduras alemanas o la Gripe A para encontrar algún contenido con un mínimo de información científica.
Como científico me apena esta situación que además se extiende por casi todos los medios informativos del país. Considero que la ciencia también es actualidad y que el debate de temas científicos tiene cabida en programas de actualidad como el suyo. Son temas que influyen a los ciudadanos ya que marcan -entre otros aspectos- el futuro económico del país, los modelos energéticos, avances médicos que afectan a nuestra salud o el conocimiento que nos permita tomar decisiones más eficientes.
Por poner un sólo ejemplo: escribo estas líneas tras firmar un manifiesto de apoyo a los investigadores del Centro de Investigación Príncipe Felipe en Valencia. Muchos de ellos perderán su puesto de trabajo en los próximos días por culpa de una lamentable e incompetente planificación por parte de varios organismos públicos. Con el desarme de dicho centro se cercenan avances en biomedicina cuyos resultados y aplicaciones ya sólo podremos soñar.
No pretendo interferir en la forma de dirigir su programa ni marcar a quién ni cómo entrevistar. Simplemente escribo estas líneas para que usted y otros periodistas consideren que la ciencia también tiene cabida en la agenda de la actualidad. Los avances científicos, así como las medidas que los favorecen o entorpecen, nos afectan a todos los ciudadanos. Quizás no hoy, pero sí mañana.
Atentamente,
Dr. Sergio P. Acebrón
German Cancer Research Center (DKFZ)
Fuente: Amazings.
Einstein versus Predator: el libro de las navidades
Hoy me ha llegado el libro Einstein versus Predator, de Sergio L. Palacios, editado por Manontropo. No lo he leído aún, pero aseguro que será mi lectura de navidades. El profesor Palacios es bien conocido en internet por su blog Física en la Ciencia Ficción y por su libro Guerra de dos mundos, también del elenco de Manotropo.
Desde aquí mi agradecimiento a Sergio Palacios por el libro dedicado, sólo puedo regalarle esta foto. A mis alumnos les ha encantado el índice.
El ladrón de cerebros [Libro]
Pere Estupinyà relata una anécdota personal en la introducción de El ladrón de cerebrosque muestra perfectamente lo hermoso del conocimiento. Un amigo lo invita a bucear pero él rechaza la oferta. Tras la insistencia, acaba accediendo y, para su sorpresa, encuentra un mundo nuevo hasta entonces para él desconocido. Y es que es hermoso ser ignorante y querer aprender, porque nos podemos topar con maravillosos escenarios.Estupinyà es un chico joven que un día decidió cruzar el charco para pasar un año en el MIT y en la Universidad de Harvard. Hoy en día reside en Washington D.C. Entre sus ocupaciones, escribe para el Knight Tracker en español del MIT (hoy le agradecemos la anotación sobre el millón de twitteros que se han unido a @muyinteresante y su mención al autor de este blog, de la cual me entero gracias a The New Blogs Time, el blog de José Pardina).
El libro es, simple y llanamente, colosal. Y digo pocas veces esto sobre un libro, porque, sinceramente, en ocasiones leo lo mismo que he leído en otros libros. Quizás sea por aquello que comenté al propio Estupinyà: cuenta cosas de las que no tenía, como físico, ni la menor idea. Personalmente, desde el punto de vista de la divulgación, me llama más la atención los temas de biología en general que los de física. De hecho, Estupinyà cuenta que Boyce Rensberger (director de la beca de la que se habla en un par de párrafos) les invitó a rascar donde no pica, es decir, que investigaran sobre temas que no les llamara tanto la atención como sus temas afines.
«No soy gran amigo de los consejos, pero me resulta imposible resistirme al «rascad donde no os pique».». PERE ESTUPINYÀ.
Aunque el verdadero motivo que llama la atención del libro es la estructura y forma en la que se ha concebido esta obra, hoy necesaria en las estanterías de todo amante de la divulgación científica y del conocimiento en general. Bueno, o en tu dispositivo Apple. Está prologado por Eduard Punset, junto con el que ha trabajado. Tras el prólogo, el autor justifica en una introducción la elaboración del libro.
Escribí este texto en agosto de 2007 durante uno de los momentos más excitantes de mi vida. La inmersión científica que estaba a punto de emprender era realmente muy especial. Había sido elegido como uno de los periodistas científicos que iba a pasar un año en Boston becados por la Fundación Knight en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), con el único objetivo de introducir en nuestros cerebros tanta ciencia como cupiera. Íbamos a recibir seminarios privados con los principales investigadores del MIT y Harvard, podríamos asistir como oyentes a las asignaturas que más nos interesaran, entrevistar personalmente a científicos, rastrear en profundidad cualquiera de sus laboratorios, y asistir a todas las conferencias y eventos que quisiéramos. Teníamos libertad absoluta. [Negritas mías] p. 20-21
Casi nada. Si un libro comienza en su introducción con estas palabras, sólo puede deparar sorpresas. Y es así, porque la obra está plagada de anécdotas personales, escrito en un lenguaje accesible a todos y, sobre todo, familiar. Estupinyà no sólo habla de las investigaciones punteras sino de las personas que realizan los estudios, de su relación con estas personas, cómo las has conocido, incluso qué hacía en el momento de conocerlas, qué sintió. Es imposible que el lector no se involucre en el mundo del autor. Estupinyá ha conseguido con este libro humanizar la ciencia.
A pesar de que Pere Estupinyà no tiene un concepto muy positivo sobre el escepticismo (estoy seguro que es porque no se ha acercado lo suficiente y su cerebro ha distorsionado la información que le llega, usando las tesis que se trabajan en su propio libro), sí habla sin tapujos sobre falacias y equivocaciones que tiene el cerebro. En este sentido me interesa particularmente la introducción al segundo capítulo, titulado con acierto Lagunas en el cerebro humano:
En ocasiones el cerebro peca de arrogante. Él cree saber lo que nos conviene y nos engaña a inconsciencia porque desconfía de nuestras decisiones más meditadas, pero no se da cuenta de que algunas de sus partes más primitivas están atrapadas en una programación genética caducada que no se ha actualizado desde hace centenares de miles de años.
[…] A él, mostrarle la realidad de manera fiel le importa bien poco. Lo que pretende es que sobrevivas lo más feliz posible, y si para ello debe engañarte, no duda en hacerlo. […]. Si los sentidos no le dan suficiente información, se inventa ilusiones sensoriales con las que mantener un control tranquilizador. Mezcla memorias reales con recuerdos imaginados para que las historias rememoradas sean lo más plausible posibles. […]. La duda también es su enemigo natural; él se aferra a la realidad subjetiva que más le convenga y distorsiona todo aquello que contradiga sus asunciones. Y en realidad no soporta la ciencia; porque le pide esfuerzos demasiado costosos, porque le quita protagonismo a su dueño, y porque algunas investigaciones en psicología empiezan a dejarle en evidencia, airear sus vergüenzas, y poner de manifiesto lo mucho que se equivoca cuando toma simples decisiones de lo más cotidianas. p. 77-78
Así es, estamos empezando a entender nuestro propio cerebro. Y la cantidad de cosas extrañas que mucha gente dice (me han abducido, he visto un fantasma, etc.) tiene explicaciones más simples y más atractivas: nuestro cerebro se equivoca.
El autor se atreve con todo en este libro porque ha conocido a científicos de primera línea: neurología, cosmología, política, ética científica, etc. Gracias a Estupinyà perdí varios quilos, porque escudriñé las páginas de «El ladrón de cerebros» sobre la bicicleta estática de mi gimnasio, mientras algún antiguo alumno me preguntaba qué leía. Y lo recomendaba. Sin duda. A todos les gustaba la portada de kukuxumusu, hoy me entero de que hay camiseta.
Amigo Pere, felicidades por tu éxito.
El misterio de la fórmula de Koide
Lo interesante, misterioso dirán algunos, es que esta combinación de números feos nos da como resultado un número racional relativamente sencillo con un error pequeño:
Como dice Francis en La fórmula de Kitazawa predice 120,611 GeV/c² para la masa en reposo del bosón de Higgs, la fórmula de Koide es considerada como pura casualidad por una gran cantidad de físicos teóricos, simple numerología. Pero no debe desestimarse nunca la posibilidad de que se nos escape algo y que case con futuras teorías más elaboradas. Un ejemplo está en las líneas espectrales de los átomos: se encontraron y se estudiaron con profundidad mucho antes de ser entendidas. Sólo cuando llegó el comienzo de la mecánica cuántica se le pudo dar una explicación razonada. Estos pequeños detalles sueltos, estos flecos, son los que hacen que con el tiempo se perfeccionen las teorías o que se produzcan cambios de paradigma.
Del Mito a la Razón: el trailer
Rubél Lijó es un joven ingeniero que un día decidió grabar un documental de divulgación científica, una idea loca y nada trivial. Y el documental ya casi está aquí, hoy traemos el trailer. Será presentado el la semana de la ciencia, del 7 al 21 de noviembre de 2011. Mis mejores deseos a Hablando de Ciencia, estamos deseando ver el resultado.
«La razón empezó a poner cota a la pseudociencia que dominó en la edad media.»
Los piés de un ciempiés y cómo divulgar la ciencia
Era yo muy pequeño cuando en algún sitio -creo que Sanlúcar de Barrameda, Cádiz- vi un bicho feo con muchas patitas. Alguien -quizás mis padres o unos tíos-me dijo: «es un ciempiés». Me marcó. Porque pensé que me estaban engañando, aquel curioso ser no podía tener tantas patas. La vena escéptica me venía desde pequeño. Mucho tiempo después me di cuenta que, efectivamente, no tenía cien patas. El nombre correcto es quilópodo, aunque también se conocen como escolopendras, nombre que sí usan algunas personas en la cultura popular. El número de patas varías de unas especies a otras. Ninguna tiene cien patas.
Créditos: wikipedia.
Hoy he pasado buena parte de la tarde buscando vídeos para mi conferencia del sábado y he rescatado este vídeo que me hace bastante gracia.
Es cierto que las cosas tienen su nombre, que en ciencia hay mucha exactitud en las definiciones y que 2 + 2 = 4. Bla bla. Pero en la divulgación científica a veces hay que simplificar. Decir que un ciempiés tiene cien piés es mentir, pero llamarlo ciempiés no es decir que tiene cien piés. Simplemente es un nombre desafortunado, como el de agujero negro. Igual que un camaleón no es un león en una cama ni una mariposa es una manteca voladora [butterfly]. El caso es que los pocos años que llevo en el mundo de la divulgación científica he aprendido que a veces hay que enmendar. El buen divulgador debe saber sintetizar y elegir la información que transmite. Si te llaman de un programa de radio y tienes un minuto para hablar de agujeros negro no tiene sentido hablar del radio de Schwarzschild. Además, hay que reconocerlo ya, no todo el mundo está dispuesto a aguantar que les hablemos de ciencia con la profundidad que nos gustaría.
NOTA PEDANTE: ¿sabías que también hay unos bichitos llamados milpiés? Son los diplópodos.
Divulgación científica en directo y en papel: Amazings
Mis alumnos escépticos
Actualización: hemos hecho llegar el vídeo de la carta que cambia de color a Richard Wiseman, el verdadero promotor de la idea, ¡y nos ha respondido!
Este año vamos al VI Encuentro de Alumnos Investigadores con el trabajo Magia y ciencia. La verdad, he preferido casi no meter mano en el trabajo y he disfrutado con ello, sobre todo viendo como mis cuatro chicas y mi chico han aprendido que el mentalismo y el ilusionismo son bonitos, pero pueden llegar a ser muy pero que muy feos cuando se pinta de poderes paranormales para el lucro personal. Mañana presentan su trabajo: un puñado de ejercicios de mentalismo matemático, el viejo truco de la cuchara doblada y algunos prácticas con cartas. Aquí os dejo un par de vídeos y el póster que hoy verán todos en el encuentro.
No sólo hay que aprender matemáticas, también debemos desarrollar un pensamiento crítico. Felicitaciones a mis alumnos.
El sorprendente truco de la carta que cambia de color, basado en el vídeo de Wiseman. Lo han clavado.
¿Quién acuñó el vocablo termómetro?
Tal vez el antecedente histórico más antiguo del termómetro sea el termoscopio, atribuido a Filón de Bizancio (siglo III a. C.). Será Galileo quien en 1592 construye el primer termómetro de gas y Jean Leurechon el que acuña por fin el término actual, en 1624. Leurechon es más conocido por su trabajo Recreations Mathematiqyes (podéis descargarlo gratuitamente en el enlace).
El término termómetro proviene de del grieto θερμός (termo) el cuál significa «caliente» y μέτρον (metron), «medida». Así pues, es un instrumento que sirve, como sabes, para medir la temperatura.
La entrada del DRAE:
(De termo- y ‒́metro).
1. m. Fís. Instrumento que sirve para medir la temperatura. El más usual se compone de un bulbo de vidrio que se continúa por un tubo capilar y que contiene mercurio o alcohol teñido; su dilatación por efecto de la temperatura se mide sobre una escala graduada.