[Entrada publicada originalmente el 10 de enero de 2008 en http://www.cienciaxxi.com/2008/01/superconductividad-y-mentirijillas.html]
Acabo de leer un artículo en New York Times (When Superconductivity Became Clear (To Some)) realmente interesante.
Trata sobre cómo se resolvió el problema de la superconductividad. Ésta es una propiedad que ciertos materiales muestran a temperaturas muy bajas (el mercurio lo presenta por debajo de los -269ºC aproximadamete). Consiste en que el material ofrece resistencia nula al paso de la corriente eléctrica y otra cosita que ya explicaré algún día.
En 1908 Karmelingh Onnes (en la facultad le decíamos «el comelimones») consiguió licuar Helio, a una temperatura de unos 4K (-269ºC). Este evento fue muy importante porque dejó la puerta abierta para posteriores investigaciones sobre la conducción de la electricidad en metales a bajas temperaturas. Así que en 1911 descubrió que el mercurio presenta superconductividad a partir de la temperatura mencionada.
Y como ocurre siempre en física al aparecer un hecho nuevo, cientos de físicos intentar interpretarlo y ajustarlo a sus conocimientos previos, intentan amoldarlo a sus teorías ya establecidas. Nos dice el artículo que figuras como las de Einstein, Heisemberg y Bohr fracasaron en sus intentos.
Ya situados nos vamos a Princeton, al Institute for Advanced Study, donde Bardeen (un reputado físico que obtuvo popularidad por la invención del transistor) recluta a un desconocido Leon Cooper que acababa de obtener, en 1955, su posdoctorado. Jonh Bardeen le propuso resolver el problema de la superconductividad.
– Cooper: No sé demasiado del tema
– Bardeen: Yo te enseñaré
Y no le comentó nada de los fracasos de Einstein y compañía. Dicen que ocultar la verdad no es mentir, bueno… En este caso lo llamaremos mentirijilla piadosa, simplemente porque salió bien. Más adelante Cooper diría que olvidó mencionar la totalidad de los físicos famosos del siglo XX habían trabajado en el problema y habían fracasado. Pero, según Cooper, la omisión fue afortunada pues, en caso contrario, habría dudado en la resolución.
En menos de dos años elaboraron una teoría («dificilísima», en palabras de Cooper, y no le faltaba razón al muchacho) denominada Teoría BCS (Bardeen Cooper Schriffer). Si alguien muestra interés explicaré algo de ella los más divulgativamente posible en otra entrada.
En el 72 el Premio Nobel.
Y es que, en ocasiones, los grandes saltos conceptuales en ciencia lo han dado jóvenes científicos que no tienen la mente arraigada a una vieja tradición que les impide ver más allá. Han crecido con las nuevas teorías y las han asimilado como algo «normal». ¿No habéis visto cómo manejan los chiquillos de 10 años los móviles? No saben que hubo una época -no hace mucho, cuando ponían Mcgiver- en que no existían. Y se ríen de uno cuando les dices que cuando quedabas con algún amigo acudías al bar de la cita y los colegas iban llegando poco a poco, si tardaban pues consumías para aligerar la espera.