Hojas de loto y pipí callejero

Leo en El País la entrada No volverás a orinar en los espacios públicos. Parece que en un barrio de Hamburgo han pintado algunas paredes con pintura hidrofóbica y aquellos que quieren dejar su regalo de orina sobre dichas paredes son galardonados con su mismo regalo.

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Rebota, rebota en tu tobillo explota.

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Las hormigas suicidas y el lado oscuro del comportamiento colectivo

La manada inteligente [libro]

El libro que ha escrito Peter Miller goza de una narrativa joven y carente de letargos. En «La manada inteligente» podemos encontrar todo tipo de historias perfectamente hilvanadas, tanto es así que se me antoja difícil que el lector —por muy vivaz que sea— conozca todas ellas con detalle. La lectura de seguido es tarea ardua, pues a cada momento se apetece buscar un vídeo o ampliar información sobre las curiosidades que introduce con sutilidad. El objetivo de Miller es directo [spoiler]: el propio ser humano se comporta como una manada inteligente. El autor analiza los seres vivos que de manera clásica han formado conjuntos: abejas, hormigas, termitas, langostas, estorninos, etc. Lo interesante de esta sinergia es que «distribuyen la solución de problemas entre un gran número de individuos, cada uno de los cuales sigue instrucciones simples sin llegar a tener una visión global de la situación. Nadie está al mando». Los pilares de una manada inteligente son la autoorganización, la diversidad de conocimiento, la colaboración indirecta y el mimetismo adaptativo. Animamos al lector a que se sumerja en este compendio de bichitos maravillosos, ideado por un habitual de National Geographic, Peter Miller. Sin embargo, quisiéramos desde aquí desvelar al menos uno de los secretos que guarda [spoiler], lo que vamos a denominar las hormigas suicidas.

 

 

Las hormigas suicidas

En el capítulo dedicado a las hormigas, nos cuenta Miller que estas no son inteligentes, pero la colonia sí lo es. «Cuanto más observas a una hormiga, más ganas te entran de ayudarla», dice el autor citando a Deborah Gordon. En este capítulo describe el modo en el que las hormigas discurren por trayectorias concretas, siguiendo el rastro de feromonas dejado por sus congéneres. Con esta idea en la cabeza saltamos a uno de los últimos capítulos, el dedicado a las langostas. Allí nos cuenta cómo a la naturaleza se le puede ir de las manos eso del «culo veo culo quiero». El biólogo T. C. Schneirla encontró un grupo de hormigas sumido en una actividad extravagante: giraban describiendo circunferencias sin parar:

 

«Aquella tarde había caído un buen aguacero y eso posiblemente había interrumpido la incursión y eliminado el rastro química que mantenía conectado al grupo con la colonia principal de hormigas. Cuando dejó de llover, los primeros individuos del grupo probablemente habían salido a explorar el área sin apartarse de la periferia del grupo, donde se sentían más seguros. Al hacerlo, dejaron un rastro circular de feromonas que las demás hormigas no tardaron en seguir. Al cabo de un rato el rastro era tan intenso que ninguna de ellas era capaz de escapar.  […] Al final del día, las hormigas habían dado vueltas durante más de quince horas».

 

Del artículo de Shneirla, 1944.

 

Se trata de «el lado oscuro del comportamiento colectivo». En 1944, Schneirla estudió el comportamiento de las Labidus parador en el artículo «A unique case of circular milling ants, considered in relation to trail following and the general problem of orientation», en American Museum Novitates. No es el primer caso registrado Ant mill (molinillo de hormigas), en 1921 William Beebe observó un «molinillo» de 365 m de diámetro,  en el que las hormigas tardaban 2 horas y media en dar una vuelta completa. Aquí abajo dejamos algunos sorprendentes vídeos al respecto.

 

 

 


Y ya que estamos, una de hormigas que escriben en grupo (un truco inquietante):

Yo, mono. [Libro]

 

Pablo Herreros Ubalde no deja indiferente ante la lectura de «Yo, mono», el lector se ve obligado en múltiples ocasiones a detener su actividad y quedar con la boca abierta. Como un bobalicón. Y es que se trata de un libro ameno y con un enfoque interesante: el estudio de paralelismos entre el humano y resto de primates. Nos cuenta el autor en la introducción que el nombre del libro se toma prestado de su propio blog. Yo, mono es un blog alojado en El Mundo cuyo nombre se debe a Fernando Baeta. Por otra parte, en el sitio yomono.es puedes ver algunos textos relacionados con el libro, además de interesantes y divertidos vídeos.

 

Los malos líderes se imponen a la fuerza y son malos con el grupo.

 

El primer capítulo no puede empezar con una mejor frase, «Los primates juegan a los mismos juegos de poder que los humanos». No somos los únicos animales políticos, los chimpancés y bonobos realizan las mismas maniobras políticas propias de una vida en grupo. A lo largo de todo el libro Pablo Herreros habla experimentos para mostrar hipótesis de todo tipo. En el segundo capítulo, «Primates en el parlamento», habla del instinto cooperador de los bonobos pues, en un experimento, cuando se le ofrecía comida a uno la compartía con los demás. En esta línea, Herreros defiende la tesis de que el ser humano es cooperador por naturaleza, de hecho es lo que nos ha llevado a ser lo que somos. Es cierto que existe la corrupción, como discute en el tercer capítulo, «Corrupción en la selva», aunque no es una tendencia mayoritaria pues, de lo contrario, no habría países ni gobiernos.

 

Aunque existen muchos mentirosos entre los humanos, éstos son menos en número que los honrados. En la evolución de nuestra especie ha primado la sinceridad. De no ser así, hoy en día no estaríamos viviendo en sociedades tan numerosas basadas en la colaboración.

 

La mentira también la compartimos con otros primates, que saben esconder plátanos o fingir cojera. Ya en el capítulo cuatro profundiza en el tema que parece principal: «Monos altruistas y supercooperadores». El autor nos convence de que la cooperación y el trabajo en equipo ha sido crucial para la evolución del ser humano. Pero hay normas, como en el juego, que también presentan los pequeños primates. Incluso tu perro, pues sabe hasta qué punto puede apretar en la mordida. Si muerde más de la cuenta, el resto de perros deja de jugar con él y lo excluye. A pesar de ello, no podemos obviar la crueldad que vemos cada día en las noticias, para esto también tiene respuesta el autor. En cualquier caso, desde pequeños aprendemos a elegir con quien cooperamos y a quien ayudamos, ahí tenemos el quid de la cuestión. Esta cooperación de la que estamos hablando sería imposible sin la resolución de conflictos. Los conflictos son la clave de la cooperación, como puede leerse en el quinto capítulo, «Movida en la selva». Le sigue un capítulo dedicado al arte en los primates, pero vemos más interesante saltar a «Primates en el IBEX 35», el séptico capítulo. En este punto se vuelve a tocar el tema del liderazgo. En un correcto liderazgo el grupo cede parte de su poder al líder, es decir, se trata de un fenómeno grupal, no individual. El término usado por Carlos Herreros de las Cuevas sería «seguiderazgo», como traducción del término en inglés que define el fenómeno, followership. Pablo Herreros nos recuerda que los primates «no nos sentimos seguros ni comprometidos si trabajamos en grupos grandes». Una gran verdad, apoyada en que hemos evolucionado en comunidades pequeñas, somos capaces de cooperar y darlo todo por el que conocemos.

 

El capítulo ocho es, ante todo divertido, empezando por el nombre: «Sexo, drogas y Rock and Roll en la selva». Las tres cosas de las que habla el título no son propias del ser humano, dejemos de ser tan antropocéntricos. Las chimpancés tienen multiorgasmos, las monas eligen, todos los primates sufren adicción por las drogas y el alcohol, y existen muchos animales gays en la naturaleza. Incluso nos cuenta cuál es el origen de la aversión por el incesto, que no solo es social.

 

 

Trata con la cautela esperada el asunto de las neuronas espejo, en el noveno capítulo, «La inteligencia emocional de los animales». En resumen, la empatía no es propia de los seres humanos. Cierra el libro Herreros Ubalde explicando qué entiende él por «El mono de las dos caras», un capítulo de solo dos páginas que es mejor que leas, ya que las poco más de doscientas páginas de este libro son recomendables. Es un texto divulgativo al alcance de cualquiera, al más puro estilo «mono desnudo». Nos parecemos a los primates, y mucho. «Yo, mono» es una cura de humildad para muchos humanos.

Puedes seguir a Pablos Herreros Ubalde en https://twitter.com/somosprimates.

Historia de un torito bravo

Ya hace bastante tiempo que enlazábamos en Ciencia en el XXI un vídeo en el que el experto en museología científica Jorge Wagensberg se lamentaba del desaire que se hacía al hecho científico de que el toro es un mamífero y, como tal, sufre y siente dolor. Digan lo que digan los amantes del toreo. Que los toros tienen terminaciones nerviosas es una evidencia. Pero vamos, tampoco hay que ser zoólogo, con ver una corrida cerquita del albero se escuchan los gritos del toro.

 

Hoy me llega un vídeo gracias a un amigo vía facebook. En vez de contar la historia, lo mejor es insertar el propio texto que acompaña al vídeo:

«Lo compré a la ganadería Domecq, y estaba destinado a ser toreado en Barcelona. Cuando les pregunté si era difícil educar a un toro me contestaron : « Si lo cuidas bien, verás que es incluso más fiel que un perro ». Esto demuestra que ellos saben bien el tipo de animal que tienen y que mandan a las corridas.»
Son las palabras de Christophe Thomas, un joven granjero francés que hoy vive felizmente con Fadjen. El realizador Pablo Knudsen ha captado estas imágenes de su hermosa amistad y su vida en común, para disfrute de los amantes de los animales y antídoto contra los prejuicios extendidos por los aficionados a la tauromaquia.

Se ha escuchado muchas veces el argumento de que los toros bravos sólo sirven para dar cornadas, que han nacido para ser eso, bravos. Aquí hay una prueba de que los toros, como los perros, como los humanos, pueden sentir cariño. Si te gusta mucho una cosa es muy difícil abandonarla, ¿y si te dan motivos razonables? Yo fui un amante de las corridas de toros (recuérdase mi historia de la falacia del traje de luces) y en Cataluña todo esto ya es historia. Si eres un españolito de pro te siguen gustando las corridas de toros, me parece bien, cada uno es libre. Pero no digas que el toro no sufre, pues pondré un [sic] al final de tu frase.

 

Aquí dejo como complemento un pequeño reportaje realizado en torno a la figura de Christophe Tomas:

Toreros, cornadas y pérdida de lectores

Tal como dice el final del título, espero perder lectores con esta entrada, al más puro estilo mimesacojea.

En primer lugar, todos mis mejores deseos de recuperación a Juan José Padilla, con el cual posiblemente tenga alguna amistad en común (él es jerezano y yo vivo en Rota, además somos casi de la misma quinta). Así que, espero que no se tome esto como un motivo de mofa ni nada por el estilo (la prueba está en que no enlazo vídeos ni fotografías de la cornada). Juan José, mejórte y que estés pronto en pie.

Dicho esto entremos en faena, nunca mejor dicho. Aunque sólo quería escribir dos líneas para invitar a la reflexión entre los lectores. De pequeño era aficionado al toreo pero con los años me he ido distanciando de esta dudosa fiesta nacional. Sobre todo porque he entendido lo que es la evolución y que toros y humanos son hermanos desde el punto de vista evolutivo. Incluso somos hermanos del virus del ébola y de una mofeta. Con el tiempo he aprendido a respetar a todo ser viviente, a no aniquilar gratuitamente. Incluso me molesta cuando un alumno mata una mosca o estruja una lagartija, aunque no me la dé de San Francisco Asís. Anoche, sin ir más lejos, estuve viendo un documental sobre el barrio de Torreblanca en mi Sevilla natal y un sujeto enseñaba los gallos que echaba a pelear. Me pareció atroz.


Cualquier ser vivo merece mi respeto, un brócoli también. «Broccoli bunches» por Taken by
fir0002 | flagstaffotos.com.au
Canon 20D + Tamron 28-75mm f/2.8

Trabajo propio. Disponible bajo la licencia GFDL 1.2 vía Wikimedia Commons.

El caso es que el ser humano mata. Mata animales y arranca plantas, como el resto de seres vivos. Pero esta modalidad de asesinato es necesaria. Es supervivencia. Punto. O me como un pollo y una lechuga (por decir algo) o muero de inanición. Otra historia es la de los vegetearianos, de los cuales conozco a muchos y merecen todo mi respeto. Aunque para mí, desde el punto de vista de ADN, lechugas, pollos y humanos están al mismo nivel. Me parece igual de digno o indigno comer un cerdo que una rúcula, pues los pilares básicos de su existencia son los mismos. La ciencia ha demostrado hoy esto y mucho más, aunque hay algunos -llámense creacionistas- que no se enteren.

Matar por diversión es otro asunto. He llegado a detestarlo. Aunque grandes amigos míos amen el toreo, se lo digo abiertamente. Lo más curioso viene en casos como el del diestro de moda, Padilla. El país se sobrecoge por una cornada brutal. Y ahí van mis preguntas para la reflexión:

 

1. ¿No podemos sobrecogernos cuando el toro es atravesado por las banderillas?

 

2. ¿No podemos sobrecogernos cuando el toro es atravesado por la espada?

 

3. ¿No podemos sobrecogernos cuando el toro es rematado por el puntillero?

 

Para mí, estamos al mismo nivel, y si no lo ves así, no entiendes lo que nos presentan hoy en Amazings. El problema es que vivimos en la España de los dos cojones, y no sabemos lo que es que te claven una espada en la espalda. Por favor, no me vengan con la historia manida de que el toro de lidia se extinguiría: ¿si la raza humana estuviera en peligro de extinción dejarías que te torearan? (y esta es la cuestión 4). De paso, podemos hacer corridas de linces ibéricos para que no desaparezcan, ¿no?

 

Finalmente, como dice Wagensberg, «no es admisible un espectáculo que se basa o que requiera el sufrimiento de un ser»:

 

NB 1: esta es la única entrada desde 2007 en la que permitiré insultos al autor, puesto que se entenderán como un éxito de la misma.

NB 2: 20 Respuestas antitaurinas, en Ciencia al día. Y la segunda parte.

NB 3: Hay un libro en Laetoli titulado A favor de los toros, el cual defiende la eliminación de las corridas de toros. Su autor es Jesús Mosterín.

Los piés de un ciempiés y cómo divulgar la ciencia

Era yo muy pequeño cuando en algún sitio -creo que Sanlúcar de Barrameda, Cádiz- vi un bicho feo con muchas patitas. Alguien -quizás mis padres o unos tíos-me dijo: «es un ciempiés». Me marcó. Porque pensé que me estaban engañando, aquel curioso ser no podía tener tantas patas. La vena escéptica me venía desde pequeño. Mucho tiempo después me di cuenta que, efectivamente, no tenía cien patas. El nombre correcto es quilópodo, aunque también se conocen como escolopendras, nombre que sí usan algunas personas en la cultura popular. El número de patas varías de unas especies a otras. Ninguna tiene cien patas.

Créditos: wikipedia.

Hoy he pasado buena parte de la tarde buscando vídeos para mi conferencia del sábado y he rescatado este vídeo que me hace bastante gracia.

Es cierto que las cosas tienen su nombre, que en ciencia hay mucha exactitud en las definiciones y que 2 + 2 = 4. Bla bla. Pero en la divulgación científica a veces hay que simplificar. Decir que un ciempiés tiene cien piés es mentir, pero llamarlo ciempiés no es decir que tiene cien piés. Simplemente es un nombre desafortunado, como el de agujero negro. Igual que un camaleón no es un león en una cama ni una mariposa es una manteca voladora [butterfly]. El caso es que los pocos años que llevo en el mundo de la divulgación científica he aprendido que a veces hay que enmendar. El buen divulgador debe saber sintetizar y elegir la información que transmite. Si te llaman de un programa de radio y tienes un minuto para hablar de agujeros negro no tiene sentido hablar del radio de Schwarzschild. Además, hay que reconocerlo ya, no todo el mundo está dispuesto a aguantar que les hablemos de ciencia con la profundidad que nos gustaría.

 

NOTA PEDANTE: ¿sabías que también hay unos bichitos llamados milpiés? Son los diplópodos.

Investigando a una cucaracha [Humor]

No se trata de Gregorio Samsa, en este blog no somos tan inhumanos.
Cuaderno de notas del Dr. Ciruelo…

1. Le quitamos una pata a la cucaracha. Se le dice a la cucaracha: «Cucaracha, anda», y la cucacaracha anda. Conclusión: la cucaracha anda con una pata menos.

2. Le quitamos la segunda pata a la cucaracha. Se le dice a la cucaracha: «Cucaracha, anda», y la cucacaracha anda. Conclusión: la cucaracha es capaz de andar con cuatro patas.

3. Le quitamos la tercera pata a la cucaracha, es decir, la dejamos con la mitad de sus patas. Se le dice a la cucaracha: «Cucaracha, anda», y la cucacaracha anda. Conclusión: la cucaracha anda con tres patas.

4. Le quitamos la cuarta pata a la cucaracha. Se le dice a la cucaracha: «Cucaracha, anda», y la cucacaracha anda. Conclusión: la cucaracha anda con dos patas.

5. Le quitamos la quinta pata a la cucaracha. Se le dice a la cucaracha: «Cucaracha, anda», y la cucacaracha anda. Conclusión: la cucaracha puede andar con una pata.

6. Le quitamos todas las patas a la cucaracha. Se le dice a la cucaracha: «Cucaracha, anda», y la cucacaracha NO anda. Conclusión: LA CUCARACHA SIN PATAS SE VUELVE SORDA.

CONCLUSIONES FINALES: ese estudio parece decir que la cucacaracha de la canción, efectivamente, no podía caminar, pero no por las patas, se debía a que la carencia de marihuana le produjo una profunda anacusia.

"El toro sufre", me voy de vacaciones

Actualización: no se permiten más comentarios anónimos insultando a nadie por una idea. Si se quiere dar una opinión, que se dé con argumentos. Y no, no vale al argmento ad hominem.Esta no es una entrada sobre política, es una entrada sobre ética animal.Mi inactividad es más que evidente, y será así durante el mes de agosto, aunque igual escribo algo de modo esporádico. Estoy empezando a plantearme dejar el blog, puesto que no sigo el nivel de periodicidad de hace dos años. A ver si mi resto de verano me hace asentarme un poco
Y me voy con buen sabor de boca: se apruba la prohibición de las corridas de toros en el Parlamento de Catalunya, por 68 votos frente a 55. [No estoy en contra de los toros, me parecen unos animales hermosos, estoy en contra de putearlos].Y no voy a discutir mucho el tema, porque el toro sufre, por muchas vueltas que queramos darle. Sólo decir que hay que mirar las tradiciones de uno desde fuera, no desde dentro de nuestra cultura. Vemos algunas acciones en paises extranjeros como barbarismos y las nuestras no sabemos evaluarlas porque se nos presentan entre las cejas. La ciencia sirve, y mucho, en estos casos. Y si no, que se lo digan a Jorge Wagensberg: «¿Esto no duele? Esto, duele» 

Actualizacion. unos tuits para celebrarlo:




La vaca meteoróloga

En Madrid hay una divertida exposición que no me quiero perder: CowParade Madrid, hasta el 21 de marzo. Se trata de un buen montón de vacas repartidas por la ciudad y pintadas de todas las formas habidas y por haber.

En realidad esta vaca no pertenece a la exposición de Madrid, pero es genial, para mí es la Vaca meteoróloga. Fuente: CowParade Madrid.

X-Ray. Artista: Mariluz Peñalver. Ubicación: Calle Goya/Príncipe de Vergara. Fuente: CowParade Madrid.