Homeopatía y el ‘amimefuncionismo’

En cualquier conversación te encuentras con gente que dice «a mí me funciona» cuando se habla de homeopatía. Es el denominado amimefuncionismo. Hoy traemos el capítulo Homeopatía de la serie Escépticos. Lo que no terminan de entender los amantes de la homeopatía es que de ninguna manera está demostrado que funcionen los remedios homeopáticos. Tal vez funcione el tratamiento del homeópata, tal vez funcione el ambiente relajado al que se someta el paciente, tal vez funcione cualquier otra cosa relacionada con el proceso, etc., pero no los remedios en sí, no las pastillitas de azúcar que venden como medicina.

En medicina entran en juego una gran cantidad variables y es por eso que se hacen interminables ensayos clínicos, por acotar el blanco del remedio y entender su acción. Cuando se hace un estudio científico es imprescindible aplicar el ceteres paribus, es decir, estudiar una variable mientras se controlan las demás para que no afecten en los resultados. Por ejemplo, si dejamos caer un cuerpo, no es buena idea hacerlo un día de viento, pues podemos pensar que los objetos en un campo gravitatorio caen formando curvas. Si hablamos de medicina la cosa se complica, lógicamente, pues es muy difícil controlar los efectos de los medicamentos. Por eso se deben hacer ensayos clínicos de todos los tipos. Los medicamentos convencionales pasan estos ensayos y son conocidos los mecanismos que se producen a nivel molecular. Sin embargo, cuando se trata de remedios homeopáticos, la existencia de estudios de estos mecanismos es nula. Y, por definición, debe ser así. No pueden existir porque en estos remedios casi no hay moléculas del principio activo o no hay ninguna. Es decir, no puede haber una acción si no hay un agente que actúe. No existen estos estudios, punto. Los únicos estudios -publicados sólo en revistas sobre homeopatía- son a nivel anecdótico, es decir, se centra en la respuesta en el paciente. Esto significa que la causa del efecto que se quiere probar no tiene por qué ser el remedio homeopático. Puede ser cualquier otra cosa. Ceteres paribus.

En este sentido el paciente cae en la falacia post hoc ergo propter hoc. Lo cual me recuerda a la investigación de la cucaracha. Esta falacia consiste en relacionar una un efecto con una causa, ya sea por proximidad física, temporal o por simple error de conocimiento. Y no se trata aquí de decir que el paciente es tonto, ni mucho menos, pues cae en esta falacia por necesidad, no por falta de sustancia gris. El que está enfermo o tiene un ser querido enfermo necesita agarrarse a algo. El ejemplo típico que ilustra esta falacia es:

1. El gallo siempre canta antes de la salida del sol.

2. La salida del sol es provocada por el canto del gallo.

El ejemplo no es baladí. Pensemos en los hombres de hace 10 000 años. No conocían los movimientos planetarios, ni podrían imaginar lo que es un planeta. No es ninguna banalidad pensar que ellos pudieran llegar a esa conclusión. De hecho, este tipo de falacias son el punto de partida del pensamiento mágico en general. Si hoy un 38 % de la población española -como se dice en el documental- consume o ha consumido homeopatía se debe a la gran crisis de valores que caracteriza al siglo XXI. Nos hemos quedado huérfanos, sin creencias en las que agarrarnos. Necesitamos nuevas brujas, magos y hechiceros.

Os dejo ya con el capítulo Homeopatía. Os recuerdo que el director de esta serie es José Antonio Pérez y su presentador es Luis Alfonso Gámez. Mis felicitaciones además a Juan Ignacio Pérez, que aparece entrevistado en torno a su Cátedra de Divulgación Científica de la UPV.

NB: En este artículo se ha hablado con respeto y consideración, por tanto, no se publicarán comentarios insultantes ni subidos de tono.

¿Sabías por qué el perrito de Toy Story se llama «Slinky»?

La respuesta es inmediata: un slinky es un muelle muy largo usado como juguete y para demostraciones de física y ciencia en general.

El Slinky original fue creado en 1945 por el ingeniero Richard James. Betty, la mujer de James, lo llamó "Slinky", después de ver en el diccionario que la palabra significaba "elegante y gracioso" (aunque la acepción actual según el Cambridge es distinta, véase: http://dictionary.cambridge.org/dictionary/british/slinky?q=slinky). Haciendo clic en la imagen puedes leer más sobre la historia del slinky.

 

 

El tronco del perrito es, precisamente, un muelle de este tipo.

Slinky, el simpático perrito de Toy Story

Hace unos días en Fogonazos se enlazaba un vídeo sobre uso muy extendido del slinky en Física. Nosotros ponemos una selección de los cortes publicitarios del slinky de los 60, el de los 70 y el de los 80. En el primero que se enlaza, aparece un perrito del estilo del de Toy Story.

La megacuna de Newton y la cuna de Newton artística

Me encuentro con esta versión artística de la cuna de Newton. De lo más original. El autor es Luis Alhama y desde Ciencia en el XXI lo felicitamos por su magnífica obra.

Autor: Luis Alhama

Autor: Luis Alhama

 

La cuna de Newton más grande del mundo está en Kalamazoo (Michigan, EEUU) y es propiedad de The Geek Group. Sobre este montaje dejos dos vídeos: uno del ensamblaje (más de 30 minutos, en inglés) y el segundo ya montado con la realización de alguna práctica.

Consiste en un conjunto de 20 esferas idénticas con un peso de 6,8 kilogramos (15 libras). Las esferas están suspendidas de cables de metal apuntalados al techo. Los cables poseen una longitud de 6,1 metros (20 pies) y las esferas cuelgan a 1 metro (3 pies) del suelo.

Fuente: wikipedia.

III JORNADAS UNIVERSITARIAS SOBRE PENSAMIENTO CRÍTICO

Tuve la suerte de participar en las I Jornadas (donde pude conocer a José Antonio Marina) y en las II Jornadas (cuya intervención fue desastrosa al destrozar una cuerda de 150 m con la que pretendía explicar la historia del Universo). Ahora vienen las III Jornadas, cuyo subtítulo es Introducción a la crítica de la mano del humor, algo de lo que sabe mucho José Antonio Pérez, autor de Mi mesa cojea y responsable de Ciudad K y Escépticos.

Será del 8 al 10 de noviembre de 2011, en Sevilla. No hay que tomarse esto como una simple búsqueda de créditos. Los chicos de corchea69 saben lo que hacen y se aprenden con lo que nos traen. Completamente recomendable.

 

PD: Y puestos a recomendar, las próximas jornadas serán: Anatomías de las emociones: El amor y Morfología del humor: Humor y libertad.

 

El ladrón de cerebros [Libro]

Pere Estupinyà relata una anécdota personal en la introducción de El ladrón de cerebrosque muestra perfectamente lo hermoso del conocimiento. Un amigo lo invita a bucear pero él rechaza la oferta. Tras la insistencia, acaba accediendo y, para su sorpresa, encuentra un mundo nuevo hasta entonces para él desconocido. Y es que es hermoso ser ignorante y querer aprender, porque nos podemos topar con maravillosos escenarios.Estupinyà es un chico joven que un día decidió cruzar el charco para pasar un año en el MIT y en la Universidad de Harvard. Hoy en día reside en Washington D.C. Entre sus ocupaciones, escribe para el Knight Tracker en español del MIT (hoy le agradecemos la anotación sobre el millón de twitteros que se han unido a @muyinteresante y su mención al autor de este blog, de la cual me entero gracias a The New Blogs Time, el blog de José Pardina).

Portada del libro.

El libro es, simple y llanamente, colosal. Y digo pocas veces esto sobre un libro, porque, sinceramente, en ocasiones leo lo mismo que he leído en otros libros. Quizás sea por aquello que comenté al propio Estupinyà: cuenta cosas de las que no tenía, como físico, ni la menor idea. Personalmente, desde el punto de vista de la divulgación, me llama más la atención los temas de biología en general que los de física. De hecho, Estupinyà cuenta que Boyce Rensberger (director de la beca de la que se habla en un par de párrafos) les invitó a rascar donde no pica, es decir, que investigaran sobre temas que no les llamara tanto la atención como sus temas afines.

«No soy gran amigo de los consejos, pero me resulta imposible resistirme al «rascad donde no os pique».». PERE ESTUPINYÀ.

Aunque el verdadero motivo que llama la atención del libro es la estructura y forma en la que se ha concebido esta obra, hoy necesaria en las estanterías de todo amante de la divulgación científica y del conocimiento en general. Bueno, o en tu dispositivo Apple. Está prologado por Eduard Punset, junto con el que ha trabajado. Tras el prólogo, el autor justifica en una introducción la elaboración del libro.

Escribí este texto en agosto de 2007 durante uno de los momentos más excitantes de mi vida. La inmersión científica que estaba a punto de emprender era realmente muy especial. Había sido elegido como uno de los periodistas científicos que iba a pasar un año en Boston becados por la Fundación Knight en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), con el único objetivo de introducir en nuestros cerebros tanta ciencia como cupiera. Íbamos a recibir seminarios privados con los principales investigadores del MIT y Harvard, podríamos asistir como oyentes a las asignaturas que más nos interesaran, entrevistar personalmente a científicos, rastrear en profundidad cualquiera de sus laboratorios, y asistir a todas las conferencias y eventos que quisiéramos. Teníamos libertad absoluta. [Negritas mías] p. 20-21

Casi nada. Si un libro comienza en su introducción con estas palabras, sólo puede deparar sorpresas. Y es así, porque la obra está plagada de anécdotas personales, escrito en un lenguaje accesible a todos y, sobre todo, familiar. Estupinyà no sólo habla de las investigaciones punteras sino de las personas que realizan los estudios, de su relación con estas personas, cómo las has conocido, incluso qué hacía en el momento de conocerlas, qué sintió. Es imposible que el lector no se involucre en el mundo del autor. Estupinyá ha conseguido con este libro humanizar la ciencia.

 

A pesar de que Pere Estupinyà no tiene un concepto muy positivo sobre el escepticismo (estoy seguro que es porque no se ha acercado lo suficiente y su cerebro ha distorsionado la información que le llega, usando las tesis que se trabajan en su propio libro), sí habla sin tapujos sobre falacias y equivocaciones que tiene el cerebro. En este sentido me interesa particularmente la introducción al segundo capítulo, titulado con acierto Lagunas en el cerebro humano:

 

En ocasiones el cerebro peca de arrogante. Él cree saber lo que nos conviene y nos engaña a inconsciencia porque desconfía de nuestras decisiones más meditadas, pero no se da cuenta de que algunas de sus partes más primitivas están atrapadas en una programación genética caducada que no se ha actualizado desde hace centenares de miles de años.

[…] A él, mostrarle la realidad de manera fiel le importa bien poco. Lo que pretende es que sobrevivas lo más feliz posible, y si para ello debe engañarte, no duda en hacerlo. […]. Si los sentidos no le dan suficiente información, se inventa ilusiones sensoriales con las que mantener un control tranquilizador. Mezcla memorias reales con recuerdos imaginados para que las historias rememoradas sean lo más plausible posibles. […]. La duda también es su enemigo natural; él se aferra a la realidad subjetiva que más le convenga y distorsiona todo aquello que contradiga sus asunciones. Y en realidad no soporta la ciencia; porque le pide esfuerzos demasiado costosos, porque le quita protagonismo a su dueño, y porque algunas investigaciones en psicología empiezan a dejarle en evidencia, airear sus vergüenzas, y poner de manifiesto lo mucho que se equivoca cuando toma simples decisiones de lo más cotidianas. p. 77-78

 

Así es, estamos empezando a entender nuestro propio cerebro. Y la cantidad de cosas extrañas que mucha gente dice (me han abducido, he visto un fantasma, etc.) tiene explicaciones más simples y más atractivas: nuestro cerebro se equivoca.

 

El autor se atreve con todo en este libro porque ha conocido a científicos de primera línea: neurología, cosmología, política, ética científica, etc. Gracias a Estupinyà perdí varios quilos, porque escudriñé las páginas de «El ladrón de cerebros» sobre la bicicleta estática de mi gimnasio, mientras algún antiguo alumno me preguntaba qué leía. Y lo recomendaba. Sin duda. A todos les gustaba la portada de kukuxumusu, hoy me entero de que hay camiseta.

Hazte con una.

Amigo Pere, felicidades por tu éxito.

El indiscutible argumento de autoridad [Cosas de alumnos XXVII]

 

«Salió en Andalucía Directo y yo Andalucía Directo me lo creo.»

Esa fue la respuesta de una alumna cuando contaba no sé qué sobre espíritus o exorcismos. Y ella no tiene la culpa (no publicaré comentarios que la ofendan), de hecho, no sabemos quiénes son los culpables. Porque cada día conozco más y más gente que trabaja en televisión y las sandeces que uno escucha en la caja tonta no decrecen. La culpa de que los adolescentes crean en idioteces es de quienes se la cuentan y de quienes no hacen por desmentirlas. Y se la cuentan los adultos, es decir, nosotros, como decía en El mito de la juventud imbécil (que por cierto es la entrada más visitada en el antiguo hosting de Ciencia en el XXI). Y somos nosotros los que tenemos que quitarles de la cabeza al ratoncito Pérez y la creencia en duendes y hadas. Ignorar el problema es una forma de cohecho.

 

Las televisiones deben cuidar sus contenidos. Pero lógicamente las televisiones son un negocio como otro cualquiera, dirán algunos. No es cierto: está jugando con la educación y la credulidad de la gente. Y esto puede hacer mucho daño. Que personas como Belén Esteban sean admitidas por una gran cantidad de españoles como ejemplo nos pone en el escalón más bajo de la escala evolutiva. Y no lo digo porque ella sea mejor o peor persona (no lo sé), lo digo por su escasa cultura científica (cultura en general). ¿Y si un día dice que comer manzanas podridas cura el cáncer? Pues una marea de ovejitas se ponen a dejar manzanas en la terraza para obtener su cura.

 

Las cadenas de televisión no son un  negocio más: portan la responsabilidad de un pueblo formado y bien informado.

 

«¿Cómo se puede condenar a este hombre por el asesino de su madre? Es huérfano». Como el abogado lo dice, debe ser cierto.. ni me paro a analizar la propia respuesta…